jueves, 10 de noviembre de 2016


EL CARRO DE LA LEJÍA, 9 de noviembre de 2916 (comienzo de un mundo aún más feo)
PATO DONALD Trump, o donde la arrogancia es la máxima expresión.

Llegó a la alta política el pato que se enoja cuando no le salen las cosas a gusto, que luego aparece suave para no perder el encanto de seductor, que baila sobre un pie y habla, habla y habla diciendo disparates sin cuento, incluso contra los que desea que le amen. Pato Donald Trump (Triunfo) presidente de América; parece una broma, el misógino declarado, racista declarado, antihumanitario declarado, antibelleza declarado siempre que no sea la de los concursos de belleza femeninos, anticultura evidente, arrogante antes de abrir esa boquita desagradable que tiene tan bien dispuesta para el insulto, presidente de América. Así va el mundo, de cabeza, ahora rubia y con dos entrantes que parecen cuernos de diablo. Lo mejor que tiene este presidente es que hará bueno a Bush, bestia parda de la guerra de Irak, creador de la nueva violencia universal, de la mentira universal con sangre y lágrimas.
En fin, el mundo es una broma, cada día más broma, broma amarga. La razón vale poco, la verdad vale poco, la coherencia vale poco, lo que no es dinero vale poco. Haz una mentira a tu alrededor, rodéate de riqueza, mejor si la consigues con maldad y extorsión, y lánzate al ruedo político donde te codearás con tus iguales para saquearle al pobre. En España tenemos notables ejemplos: innoble nobles de la estafa social andan rodando por los juzgados españoles mareando la perdiz, eludiendo la verdad y la devolución de lo robado. El presidente de este Gobierno del partido más corrupto ha sido el primero en felicitar al nuevo mandatario universal y ponerse a su servicio, como si no fuera poco el servilismo de este Gobierno con el americano y sus bases militares, su devoción y su apertura de piernas.
La derecha europea se frota las manos con placer y esperanza sin fingimiento: el amo del mundo está de su lado, el universo cambia de compás y ahí están ellos con una elecciones próximas atentos a la construcción del futuro. Les he oído gritar a todos con el triunfo del gritón mayor, Pato Donald Trump, aplaudir con desenfreno y los ojos rutilantes, de los que sale una macabra decisión de triunfo. ¿Qué les moverá? Fácil suponerlo: el dinero, el enriquecimiento por cualquier medio, de cualquier sufriente. Se ha visto claro tras la proclamación de la victoria del Pato Donald Trump: la bolsa trastabilló, bajó sus índices alarmada, pero ha vuelto a subir con rapidez. En definitiva, el vencedor es un hombre de negocios, con alguna sospecha de corrupción, como no puede ser menos en ese mundo de las finanzas. La economía mundial respira tras el susto; el triunfador es uno de sus magnates y eso da seguridad frente a la multinacionalidad de individuos asustados por este nuevo orden/desorden que llega, que no es sino una continuidad del existente, quizás expresado con el mayor descaro que impone un elegido presidente soez, ambiguo, contradictorio y de escasas ideas, como ha demostrado en su primer discurso.
¿Qué pensarán los muchos millones de norteamericanos que no votaron en estas elecciones, ese pueblo silencioso que se sentirá maltratado o ajeno a cualquier tiranía de votos o dirigentes políticos? Aquí nos sirven el resultado como si fuera la expresión de toda una nación; pero no es así. Hay en este país tan aparentemente próspero, más de 45 millones de pobres. Y los pobres no votan; se desea que no voten; son apestados políticos, no cuentan para las estadísticas del voto.
PABLO DEL BARCO

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