EL CARRO DE LA LEJÍA, 22 de junio de 2016
La PPada que no cesa; inmoralidad flamante
Al ministro de Interior, Fernández Díaz, ese señor con cara
de vinagre permanente y estructura mental nacionalcatólica, le han pillado
revolviéndole las tripas a la honestidad política, acumulando arteramente pruebas
contra ERC y CDC, o sea recogiendo “caca” para echársela a la cara a sus
oponentes políticos en el momento apropiado. Y no se siente culpable; ha
reaccionado acusando a los que hicieron la grabación apestosa como si ellos
fueran los culpables del desatino de escasa moralidad. El Sr. Ministro
avinagrado se querrá salvar por su moralidad católica, que permite pasar del
daño a la pureza con un simple acto de fe, porque aquí arrepentirse no se
arrepiente nadie. Está también implicado el director de la Oficina Antifraude
de Cataluña; ¡menos mal! El Ministro, que se considera una víctima, se defiende asegurando que el Presidente del
Gobierno estaba informado. El Presidente dice que no sabía nada ni sabía de la
existencia del director de la Oficina Antifraude; como siempre, alguien miente
en el PP; la verdad y el conocimiento a puñetazos. Aparentemente somos un país
de una ética a prueba de bombas, por eso al Sr. Aznar no le importó meternos en
la guerra (perdón, “conflicto armado”) de Irak y que nos sacudiera el inicio de
la batalla sin trincheras, el terrorismo que sufrimos y que atenaza nuestra
libertad.
Es el escándalo del día a cuenta del PP (Partido Patético),
en el poder haciendo y deshaciendo por razones exclusivas de su mayoría
absoluta y absoluto engaño a los españoles reflexivos, que parece estar en su
ADN constitutivo, por las muestras que nos da día tras día. Me asombra que con
tanta morralla a sus espaldas las encuestas para las próximas elecciones le den
como partido vencedor.
¿Será que los españoles tenemos el alma desalmada, de
moralidad transigente y acomodaticia, con buena dosis de masoquismo, o que la
costumbre católica de liberarnos del pecado con un mero acto de contrición sin
obligación estricta de redimir lo dañado nos facilita poder ser más allá de
cualquier maldad? Falta de contrición que también nos lleva al orgullo sin
límite. Pedro Sánchez, galán del Partido Socialista Obrero Español
(¿socialista?¿obrero?) ha dicho: “No voy a permitir que Iglesias manosee la
socialdemocracia”. Yo me pregunto, en mi ingenuidad de no militar en ningún
partido político: ¿Quién se cree que es este padre parcial de la patria?,
¿quién le otorga la deidad para permitir o no el manoseo de los otros?, ¿acaso
ha demostrado que es más socialdemócrata que nadie?, ¿qué ha hecho él por la
socialdemocracia: asociarse con un partido de la derecha y pronunciarse
rabiosamente contrario e inflexible a un acuerdo con un partido más a la
izquierda que el que él dirige, ahora con voces mitineras?
Ya se habla, sotto voce, de un acuerdo del PSOE con el PP
tras las elecciones. A Pedro Sánchez, de ademanes pijos de niño mimado, no le
gusta que nadie le sobrepase en el ámbito sociopolítico; él pertenece a una
“clase” y los coletudos con reconocimiento social no le molan. Por sus ademanes
no extraña su alianza con Ciudadanos, la esencia del pijerío bienpensante y
ambiguo a la caza de quien más ofrezca. En los dos dirigentes de estos partidos
hay exceso de personalismo. Y errores en general de conceptos: escucho continuamente
críticas al populismo, aspecto que la Real Academia de la Lengua define como “Tendencia
política que dice defender los intereses y aspiraciones del pueblo” ¿Puede
haber mayor contradicción que un partido como el PP que lleva el apellido
“popular” esté contra el “populismo”. Tendría que llamarse Partido Privado.
¿Será que el PSOE no considera populares a los obreros, ni Ciudadanos a los
ciudadanos?
¿Podría Antonio Machado hablar hoy de
las dos Españas?:
Españolito que vienes / al mundo te
guarde Dios. / Una de las dos Españas / ha de helarte el corazón.
Porque Españas sigue habiendo dos, por
lo menos, mal que nos pese; el problema está en saber en qué lado estamos cada
uno de nosotros.
PABLO
DEL BARCO
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