martes, 14 de abril de 2015
viernes, 20 de marzo de 2015
EL CARRO DE LA LEJÍA, 20 de marzo 2015
Exequias por el Partido
Podrido
Si
no supiéramos de su ambición, de la necesidad del trinque que tiene el Partido en el Poder, pensaríamos que quiere autoeliminarse de la política con
hazañas de lo más burdas. El ministro vampiro de sonrisa desdentada, el que nos
quiere chupar la sangre a los españoles del montón, ya ha evidenciado sus
enjuagues económicos, aparentemente ilegales, además de los que acomete
poniendo como avanzadilla y parapeto a la Agencia Tributaria, que él parece considerar
de su propiedad vistas las vulneraciones del secreto de la entidad. Y ha
desaparecido y aparecido, imagino que después de cebarse con una buena dosis de
pepeísmo como rata pillada fuera de la ratonera, donde andará maquinando sus
gracias desgraciadas para hacer frente a lo que se le viene encima. Y en época
de elecciones, que es como echarse encima dos veces la arena en los ojos de
miope que ve el delito ajeno e ignora el propio.
El Sumo Hacedor del Partido Podrido también va de miope, o tal vez lo es. Hasta hoy no le han
pillado con las manos en la masa, pero es patrocinador o manager de muchos
titulados en la causa de la corrupción política; incluso su propio partido está
señalado como tal, sin que justificaciones, aliadas con algún que otro
organismo oficial, hayan descolorido o acabado con las más que sospechas. Doña
Aguirre, candidata madrileña, que conoce el dedillo la fórmula de la huida ante
la autoridad, es una gran patrocinadora de imputados en la corrupción. El
penúltimo de los grandes, siempre engominado y sonriente Granados, le da la
bienvenida a Isabel Gallego, su jefa del Gabinete de comunicación de la
Comunidad de Madrid, enredada en la cosa Púnica, y que no se apeará de su cargo.
La ciudadana Aguirre nos dirá luego que ella no sabía nada, que no se había
“enterao” y que ella es buena y le han metido un gol por la escuadra. Yo diría que en su “cuadra” hacen
falta más cuatripatos para darse calorcito, o “caloret”, en el establo de la
inmoralidad.
Hay un total de 127 imputados por corrupción que siguen en
política, la gran mayoría –60 en total– del Partido Podrido, y
tamaña losa no hay quien la lleve a hombros sin lastimarse seriamente. Como son
arrogantes, con la arrogancia que da el poder político sin hechuras ideológicas,
no agachan la cabeza por el pudor que eso conllevaría, sino que replican
airados, echando muchas veces la culpa a los medios de difusión, a la oposición
o al lucero del alba jurando su verdad frente a las injurias de los otros,
amparándose muchas veces en las instituciones del Estado, que manejan a su
capricho, porque su mayoría tiene al resto de políticos emparedados entre losas
de la imposibilidad. Y aquí se equivocan, volcándose en un camino hacia delante
en el que, al final, se van a topar con una sima gigante, gargantuélica y
despiadada, que va a gozar engullendo tanto taimado sin un mínimo de respeto a
la moralidad propia y ajena. La moralidad de los que les votan es tan
vergonzosa, taimada y culpable como ellos, porque son colaboradores de su falta
de principios y quieren perpetuar la situación, y no cabe alegar que ellos
tienen buenas intenciones a pesar del clima general del partido. No, eso es una
falacia que utilizan para salvar sus pecables conciencias.
Como ciudadano me siento asqueado de tanta mentira
encadenada, de tanto desprecio que muestran los gobernantes, de tanta miopía
hacia el pueblo, de tan evidente afán por enriquecer sus bolsillo y los de sus
compinches en detrimento de los españoles, incluso por la burda manera que
justifican sus desmanes considerándonos estúpidos cuando ellos no muestran
demasiado talento si no es para la rapiña, que argumentan con un español torpe,
rudo, tan pobre como sus conciencias.
Si a este pueblo español aún le queda un poco de dignidad
tiene que apartar del poder a tanto elemento nocivo como ahora padecemos, a
tantos que militan en unos y otros partidos, y votar por los nuevos políticos
ilusionados y no contaminados, de propuestas sinceras, que nos hagan olvidar
las mentiras de la transición con las que nos endulzaron y les han permitido
llegar hasta aquí. Andalucía puede dar la campanada de aviso de la nueva
regeneración española; esperemos que los intereses privados no estropeen el
momento político que vivimos. A mí la lucha entre los partido políticos tampoco
me interesa nada. Pero amanece un nuevo día, una esperanza. Si podemos,
Podemos. Si Podemos, podemos.
PABLO
DEL BARCO
miércoles, 18 de marzo de 2015
EL CARRO DE LA LEJÍA, 18 marzo 2015
Una PPatética
bufonada con Pésimos Protagonistas
Hacienda, a regañadientes, y después
de varias amenazas, entregó al juez Ruz el informe sobre las cuentas
del PP (PartidoPutrefacto) con
el dato
de los 220.000 largos euros no satisfechos por las donaciones
recibidas. Montoro, ministro a lo que parece PresuntoPutrefacto, por
boca de su segundo, Rogelio Menéndez (hermano del director de la Agencia
Tributaria), ha lanzado a los medios una versión –“argumentario” lo llama– envenenada,
mentirosa, como es propio en este PartidoPartido, activando
la misericordia comparativa
al meter en danza a Cáritas, institución a la que critica cuando ésta ofrece
datos del hambre que hay hoy en España. Los PresuntosPadresdela
desigualdad quieren convencernos: el PartidoPudiente hace una labor social
equivalente a la de la institución de caridad
–dicen– preocupado por conseguir
el bien de los españoles –dicen–. La comparación entre el informe verdadero y
el lanzado a los medios resulta ridícula, malintencionada, pudiendo
calificarse, según los expertos, de una bufonada de escaso talento (como últimamente
las cosas del PartidoPinocho, que se tiene que amparar en su
mayoría absoluta para salir adelante en todas las cuestiones que interesan al
resto de los españoles; o sea, los que no son ellos). Sobre el dinero para
arreglar la sede del PuercoPartido también se inventan excusas que
servirían para concursar en algunos Juegos Florales.





Hacienda somos todos, dice el
chistoso ministro Montoro; su PinchePartido lo es a la hora de cobrar, no a
la hora de pagar. Él ha contribuido a esa cínica actitud montando una sociedad
asesora que también le ha bailado dinero a su querida Hacienda; justifica que
los no pagos se hicieron cuando él ya estaba en el gobierno de Jeque de
nuestros dineros. Pero oculta que cuando se produjeron los hechos sí estaba
trabajando en la empresa presuntamente estafadora. Ahora sonríe con su sonrisa
de conejo huérfano tratando de justificar lo injustificable. Y sale huyendo y
silencioso por la trampilla del escape cobardemente.
Éstos PobresPirañas llegaron para comérselo todo, pero dejaron la
cabeza en la codicia y la desvergüenza y quisieron ponerla en la modificación
de un lenguaje que quieren utilizar para hacerlo esclavo de sus interesas.
Decía hace unos días Arturo Pérez Reverte que la patria de cada uno en su
lenguaje; más o menos. Con estos Panolis
de la Palabra se llena el mundo de
apátridas, porque su lengua de nacimiento la manejan mal, muy mal, y la que han
aprendido, la de la mentira, la usan con demasiada arrogancia, de forma que se
les ven las bragas por debajo de los pantalones. Llamaron “conflicto armado” a
la guerra de Irak, que era una guerra muy guerra; se inventaron todo un
diccionario para convencernos de que aquí nunca hubo un “rescate”; quieren
quitar del diccionario la palabra “imputado” y sustituirla, ellos que son líderes
indiscutibles en maratones de la imputabilidad, por dos: “investigado” y
“encausado”. De un plumazo echan abajo un término que tiene 2.500 años de antigüedad;
será para hacerse dignos de la clave, visionaria, de su campaña política: con
el PP llega la modernidad. ¡JA JA! El
tibio, beatífico y poco conocido aspirante a la presidencia de la Junta de Andalucía
decía ayer: “El PP va parriba” utilizando un español culto y digno. La
aspirante a la alcaldía de Madrid presume de liberal, con mayúscula, y su
primer acto de campaña es ir a una manifestación antiabortista y proclamar que
cerrará el campo de fútbol si se pita el himno nacional en la final de la copa
del rey. ¿Sabrá ella, por acaso, qué es la libertad y el respeto por la
libertad de los otros?
Rajoy ha descubierto de repente
Andalucía, la huérfana, y viene a arroparla antes de que la vistan otras galas
que no son las suyas, y para saber la que le espera en el resto del país, harto
de sus mentiras, porque –piensa– tal vez la gracia andaluza no se percate de sus
bolas Hoy ha dicho que han bajado los
desahucios en España cuando las estadísticas dicen lo contrario. Su arrogancia
es tan inmensa como vana, tan aparentemente varonil que a sí misma se
desmiente. Está nervioso; últimamente no sabe ni contar; habló de dos palabras
claves en su diccionario político y pronunció tres :–“Hay dos palabras
incompatibles: Partido Socialista y empleo
”. Se está convirtiendo en un
personaje ridículo y da pena; ni como enemigo sirve ya, ni como jefe de un
partido político que se descompone a ojos vistas.

PABLO DEL
BARCO
martes, 24 de febrero de 2015
EL CARRO DE LA LEJÍA, 24 FEBRERO 2015
El lenguaje público
Rita Barberá, acrisolada y antifina (no astifina) alcaldesa
de Valencia acaba de darme la razón en mi particular campaña contra el pésimo lenguaje
de los políticos. Su “discurso” de anuncio de las Fallas valencianas es el
mayor despropósito que he oído, después de aquel “diferido” de la Cospedal. No
me cabe en la cabeza, no me cabe en las escuchaderas su lenguaje medio español,
medio valenciano, medio churresco evacuado por la máxima autoridad de la
ciudad, que tendría que ser modelo también en la expresión oral propia de su
tierra. Quizás la humareda y el ruido de los cohetes la ensordecieron y le
nublaron la visión de la realidad lingüística que no respeta. Además porque el
valenciano es una fórmula expresiva favorecida por el Estado
español,
consecuencia, imagino, del poder político de aquella comunidad tan “popular”.

En Hacienda, por ejemplo, te ofrecen el castellano (lo usa
el 89 % de los españoles), el catalán y el valenciano (9 %), diferenciando éste
del catalán, y el gallego (5 %), para
atender tus peticiones de información. Lo
que amplía por un lado lo resta por el otro: no ofrece información en vascuence
(1 % de hablantes en España).

El estado deplorable del habla se diluye y afecta a todos
los niveles. Acabo de oír a un periodista de la cadena SER decir: “El
entrenador dispone de 22 jugadores
todos disponibles”. Caray, qué talento
expresivo el del muchacho; ¿cómo sería si de los 22 disponibles alguno no lo
estuviera?

Frases grotescas, desarticuladas, se oyen a todas las
horas, muy especialmente en las crónicas deportivas. Y no solo: el político
Malhuenda, profesor universitario –no se cansa de decirlo– y director de La razón, personaje que siempre en sus
actuaciones tertulianas va despreciando el conocimiento de los otros, insiste
en sus malas construcciones: “Yo me parece…” “Yo me gusta…” son sus frases
preferidas, que indican, además de un nivel de cultura lingüística escaso, una
egolatría que no se la salta un caballo de una buena cuadra catalana. También
presume de ser buen catalán; quizás sea ese el problema.
Al señor Rajoy le falla muchas veces la coordinación entre
sujeto, verbo y predicado de sus oraciones, como
le falla la coordinación entre
la España de los suyos y la España de los otros. El alcalde de Sevilla es
también un excelente ejemplo, pero como habla mucho para beatas y cofrades se
le debe de perdonar, porque su plática está ungida por la fe y el fervor
mariano de la ciudad mariana por excelencia.


Al ministro de Hacienda es casi imposible detectarle
errores porque su habla saltimbanqui, despectivamente risueña y pretendidamente
chistosa, se le escapa entre los dientes y más parece un ensayo de Chiquito de
la Calzada que una comunicación o un discurso verazmente político.
Al portavoz del PP (Partido Pinocho) no le entiendo, mejor,
casi no le escucho porque habla siempre con la caca en la boca y la fregona en
el espíritu (el poco que demuestra tener); el lenguaje coprófago no me seduce
demasiado porque amo la pureza y el aire fresco.
A los chicos y chicas, o chicas y chicos, de la cúpula, no
sé si cópula (RAE: f. “Atadura,
ligamiento de algo con otra cosa”), del PSOE últimamente se les han
confundido las lenguas y los diccionarios y se les han atravesado algunas
palabras por las que habría que “imputarles” una acción de amputaciones de
sentido y verdades expresivas. Son tan autosuficientes que no enmiendan la
plana por mucho que la plana les enmienda a ellos continuamente
. Como dice mi
vecino, “el que rebuzna burro es”.

PABLO DEL BARCO
viernes, 20 de febrero de 2015
EL CARRO DE LA LEJÍA, 20 febrero 2015
Nadie pase sin que Hacienda se equivoque
Lo decía Larra: “Nadie pase sin hablar con el portero”.
Claro que ahora el portero es Hacienda, que saluda a quien quiere, deja pasar a
quien le da la gana y pide cuentas
al que aspecto más humilde tiene, porque a
un señorón cómo va a cuestionarle nada; sería improcedente. “Hacienda somos
todos” dice Hacienda, el coco de los españoles de a pie. ¡Ja!, ¡ja!; unos
más, otros menos
y algunos nada.


Pero vamos a los hechos: recibo una carta de Hacienda, una
notificación requiriéndome, por incumplimiento, la presentación de la
declaración de la Renta año 2013, que presenté en lugar y fecha
adecuados.
Visito mi banco por si hubiera incurrido en algún fallo; me enseñan el
duplicado de mi entrega y de su envío a Hacienda, además de las deducciones
operadas por la cantidad que he tenido que pagar como impuestos. Cotizo como
pensionista cabreado porque mi pensión no corresponde a lo que coticé toda mi
vida; pero dejemos pasar este asunto. He sido funcionario del Estado; quiere
decir que no he podido engañarle a Hacienda nunca, ni lo he intentado. Ahora me
llega la notificación y el aviso de presentarme en un plazo de diez días para dar
explicaciones a la sacrosanta, poderosa y torturadora Hacienda, haciéndome
sentir reo de lesa mentira, tras el sofoco previo a abrir la carta porque de
este organismo no esperamos nunca nada bueno.

Y ahora llega la segunda parte de este rocambolesco asunto:
regreso de viaje para enfrentarme al cumplimiento de lo requerido, me presento
en la oficina de Hacienda, espero una larga cola hasta que me atienden, voy al
departamento de notificaciones porque ese era el documento
que llevaba, pero
NO, después de la larga espera. Debo de ir al departamento de requerimientos, pregunto
en qué ventanilla es, pero NO; tengo que pedir cita previa, aunque ya estoy en
lo que considero la cueva de Alibabá. Debo pedir un aplazamiento para presentar
la documentación y no ser sancionado; nueva fila, nueva espera. Regreso a mi
casa, llamo por teléfono a un número que, oh milagro del cielo, no empieza por
902 (¡qué delicadeza la de Hacienda¡), pero NO, todos los agentes están
ocupados. Y aquí estoy, con un viaje perdido y una preocupación más de esta
institución tan odiada porque nos hacen odiarla a casi todos los españoles.

Me explico ahora por qué hay tantos evasores de impuestos
en España, por qué las grandes fortunas no hacen sus declaraciones pertinentes
y verídicas: ¡cómo van a someterse a esta ignominia y pérdida de tiempo, ellos
que son parte importante de la economía del país! Y entiendo por qué Hacienda
pierde el tiempo conmigo, un españolito de tres al cuarto, al que puede putear
sin que nadie le llame la atención, que no tiene conexiones con la cúpula de la
administración
y no puede mangonear a su favor, al que tienen machacado y
atemorizado con una pensión de cada día menor poder adquisitivo, que siente una
irritación poderosa cada vez que oye al ministro murciélago de potentes orejas,
grandes pero sordas ante el murmullo ciudadano, que, a golpe de risas y de lo
que él cree gracias, parece estar riéndose de los españolitos, robándoles el
alimento que da a los poderosos, cada día en mayor número, riqueza y ostentación.

Y voy a contar la última gracia del que juzgo gracioso desgraciado
ministro de Hacienda: está enviando cartas a todos los pensionistas que han
trabajado fuera de España, para que paguen
impuestos por lo que reciben de esos
países, que en muchos casos son 10 ó 20 euros, nunca más de doscientos, que
trae locos a los trabajadores de Hacienda y a los requeridos al pago. Argucia
ínfima para quien debería canalizar los esfuerzos persiguiendo el fraude fiscal
de personas con nombres y apellidos relumbrantes. En fin, que el señor ministro
se pone España por montoro, con su risita, sus chistecitos idiotas, aprovechando
su información para atacar a oponentes políticos en una actitud ilegal,
lamentable y bochornosa, a la que parece que ningún fiscal se opone. ¿Será que
todos temen al lobo y le ríen las gracias para no caer en sus fauces? ¿Hasta
cuándo tendremos que soportarlo?

Pablo
del Barco
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