EL CARRO DE LA LEJÍA, 20 de marzo 2015
Exequias por el Partido
Podrido
Si
no supiéramos de su ambición, de la necesidad del trinque que tiene el Partido en el Poder, pensaríamos que quiere autoeliminarse de la política con
hazañas de lo más burdas. El ministro vampiro de sonrisa desdentada, el que nos
quiere chupar la sangre a los españoles del montón, ya ha evidenciado sus
enjuagues económicos, aparentemente ilegales, además de los que acomete
poniendo como avanzadilla y parapeto a la Agencia Tributaria, que él parece considerar
de su propiedad vistas las vulneraciones del secreto de la entidad. Y ha
desaparecido y aparecido, imagino que después de cebarse con una buena dosis de
pepeísmo como rata pillada fuera de la ratonera, donde andará maquinando sus
gracias desgraciadas para hacer frente a lo que se le viene encima. Y en época
de elecciones, que es como echarse encima dos veces la arena en los ojos de
miope que ve el delito ajeno e ignora el propio.
El Sumo Hacedor del Partido Podrido también va de miope, o tal vez lo es. Hasta hoy no le han
pillado con las manos en la masa, pero es patrocinador o manager de muchos
titulados en la causa de la corrupción política; incluso su propio partido está
señalado como tal, sin que justificaciones, aliadas con algún que otro
organismo oficial, hayan descolorido o acabado con las más que sospechas. Doña
Aguirre, candidata madrileña, que conoce el dedillo la fórmula de la huida ante
la autoridad, es una gran patrocinadora de imputados en la corrupción. El
penúltimo de los grandes, siempre engominado y sonriente Granados, le da la
bienvenida a Isabel Gallego, su jefa del Gabinete de comunicación de la
Comunidad de Madrid, enredada en la cosa Púnica, y que no se apeará de su cargo.
La ciudadana Aguirre nos dirá luego que ella no sabía nada, que no se había
“enterao” y que ella es buena y le han metido un gol por la escuadra. Yo diría que en su “cuadra” hacen
falta más cuatripatos para darse calorcito, o “caloret”, en el establo de la
inmoralidad.
Hay un total de 127 imputados por corrupción que siguen en
política, la gran mayoría –60 en total– del Partido Podrido, y
tamaña losa no hay quien la lleve a hombros sin lastimarse seriamente. Como son
arrogantes, con la arrogancia que da el poder político sin hechuras ideológicas,
no agachan la cabeza por el pudor que eso conllevaría, sino que replican
airados, echando muchas veces la culpa a los medios de difusión, a la oposición
o al lucero del alba jurando su verdad frente a las injurias de los otros,
amparándose muchas veces en las instituciones del Estado, que manejan a su
capricho, porque su mayoría tiene al resto de políticos emparedados entre losas
de la imposibilidad. Y aquí se equivocan, volcándose en un camino hacia delante
en el que, al final, se van a topar con una sima gigante, gargantuélica y
despiadada, que va a gozar engullendo tanto taimado sin un mínimo de respeto a
la moralidad propia y ajena. La moralidad de los que les votan es tan
vergonzosa, taimada y culpable como ellos, porque son colaboradores de su falta
de principios y quieren perpetuar la situación, y no cabe alegar que ellos
tienen buenas intenciones a pesar del clima general del partido. No, eso es una
falacia que utilizan para salvar sus pecables conciencias.
Como ciudadano me siento asqueado de tanta mentira
encadenada, de tanto desprecio que muestran los gobernantes, de tanta miopía
hacia el pueblo, de tan evidente afán por enriquecer sus bolsillo y los de sus
compinches en detrimento de los españoles, incluso por la burda manera que
justifican sus desmanes considerándonos estúpidos cuando ellos no muestran
demasiado talento si no es para la rapiña, que argumentan con un español torpe,
rudo, tan pobre como sus conciencias.
Si a este pueblo español aún le queda un poco de dignidad
tiene que apartar del poder a tanto elemento nocivo como ahora padecemos, a
tantos que militan en unos y otros partidos, y votar por los nuevos políticos
ilusionados y no contaminados, de propuestas sinceras, que nos hagan olvidar
las mentiras de la transición con las que nos endulzaron y les han permitido
llegar hasta aquí. Andalucía puede dar la campanada de aviso de la nueva
regeneración española; esperemos que los intereses privados no estropeen el
momento político que vivimos. A mí la lucha entre los partido políticos tampoco
me interesa nada. Pero amanece un nuevo día, una esperanza. Si podemos,
Podemos. Si Podemos, podemos.
PABLO
DEL BARCO
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