jueves, 7 de febrero de 2013
EL CARRO DE LA LEJÍA, 7 febrero 2013
La España thaurina retahurina
Lean bien la frase: “De todos los gastos que yo he pagado he asumido los gastos”. Pues claro, señora ministra que las Mata callando; cuando habla la c…. Se nota que ha ido a la escuela gramática para ministros del gabinete de don Tancredo Rajoy dirigida por el sonriente ministro Wertiginoso. Hace algún tiempo la señora Mato dijo que los niños andaluces eran medio analfabetos, que se expresaban mal; debieron de aprovechar para nombrarla tutora del habla en la comunidad. El problema es que la ministra une la ambigüedad y sosería de su palabra con la mentira descarada, creyendo que sus palabras mentirosas le otorgan la verdad. Se empeña en decir que los (supuestos) dineros que cobró de la Gurtël eran de una época en la que no estaba casada (años 2000-2002) ni era responsable; todo le correspondía al marido, Sepúlveda, trabajador “intocable” en el PP. Ahora ya no vive en régimen de gananciales, y además, dice y dicen sus adláteres, que ya fue juzgada y absuelta, aunque la policía acaba de publicar los datos de los regalos recibidos. ¿Absuelta antes de juzgada? ¿Será la policía del PSOE, que quiere desestabilizar al gobierno? Pero como la mentira tiene las patas cortas, ya hemos sabido que hasta 2007 tenía régimen de bienes gananciales, según la mejor de las informaciones; hasta 2005 según la peor. Quizás por esto y por su habla brillante la eligieron para presentar en 2009 el Código Ético (¿) de su partido, PP, Pura Patraña según estamos viendo después de las elecciones y sus promesas incumplidas. Sepúlveda está y no está en el PP; la Mato está o no está casada; según la conveniencia.
Ahora todos son maestros de la expresión, después de que el gran tautólogo Luis Bárcenas afinara la lengua para poner el país bocabajo. Del ministro faltón, Montoro, y sus confusas y periódicas contradicciones, mejor no hablar. Ni aquélla con sus mentiras ni éste con sus engaños y apadrinamientos a presuntos tahúres, deberían permanecer un día más en el gobierno; por un mínimo respeto que nos deben a los españoles. Y si don Tancredo no toma medidas contra ellos también tiene que irse, para no acumular más basura. Como en Sevilla, gobernada hoy por un bárcenas que instaura la confusión en sus calles. Me he despertado esta mañana con los contenedores a la puerta de mi casa tan quemados como los naranjos afectados de su alrededor, que en lugar de olor a azahar emiten olor a zar, a ordenamiento, a imposición, a mazazo y tentetieso. Supuestas caligrafías parlantes nos atribuyen a los vecinos estos fuegos cauterizadores de la inacción municipal; para ellos los culpables son siempre los otros. Yo no sé si los limpiadores tienen o no razón, pero al alcalde sólo se le ve acompañando a los líderes del PP, muy activo y sonriente en esos escarceos políticos que le quieren hacer presidente de la Junta de Andalucía.
Se han instaurado la mentira y la desvergüenza en el país, junto al juego impune de la confusión, sosteniendo el viejo refrán: a río revuelto, ganancia de pescadores. Hoy he oído a la Directora General de la Agencia Tributaria diciendo que mientras no ocurra un asesinato nadie es criminal y, por lo tanto, puede limpiar sus dineros con la amnistía fiscal que el ministro faltón se ha sacado de la otra sobaquera, de la que no tiene el revólver. Creyendo que estaba cerrado el micro confesó que no sabía las tonterías que había dicho; puro lenguaje pepero, hablar por hablar, no callar para no evidenciar que no se sabe lo que se dice y atrapar a algún incauto en el mensaje.
En definitiva: yo no espero que aquí se limpie nada, por mucho que parezca intervenir el Fiscal General del Estado, al que, por cierto, ¿quién le nombra? Este es un país thaurino (de “tahures”) por naturaleza; los mejores pícaros de la literatura universal salieron de aquí para expandir sus mañas, para doctorar al universo de los maleantes. Menos mal que los sanitarios Roca no han cerrado definitivamente sus puertas, aunque me parece que no darán abasto para fabricar tantas letrinas como el país necesita.
PABLO DEL BARCO
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